martes, 9 de marzo de 2010

“Una aproximación antropológica al cambio cultural de las Comunidades Indígenas de Izalco”

Introducción

En el decurso del siglo xix, precisamente en el desarrollo de la historia salvadoreña, podemos avizorar que este fue un siglo vertiginoso, o sea pues que dejó sus vestigios. Puesto que es en ella donde El Salvador se inscribe, para poder establecer el despegue y el despliegue de la economía que hoy en día nos determina -el capitalismo-. Asimismo durante este siglo, la participación de las comunidades indígenas de Izalco fue muy importante, de igual manera sufrieron una transformación sociocultural, no solamente ellos, sino también otros grupos sociales.

En este ensayo, tal como lo he intitulado: “una aproximación antropológica al cambio cultural de las Comunidades Indígenas de Izalco”, lo que me ha motivado a ser una reflexión acerca de este tópico, es que a través de la antropología sociocultural, mi objetivo es poder acercarme o aproximarme al cambio cultural de dichas comunidades, suscitado luego de que se llevara acabo el hecho social de la extinción de las tierras comunales. Si bien es cierto que el siglo xix, ha sido estudiado por diferentes cientistas sociales, no obstante, considero que darle una mirada antropológica nos permitirá poder argüir, hasta cierto punto los cambios culturales acaecidos en las comunidades indígenas.

Por medio de una reflexión bibliográfica de historiadores contemporáneos que han estudiado el siglo xix y antropólogos contemporáneos, podemos avizorar la eclosión de fenómenos socioculturales que se produjeron en esa dinámica. En ese sentido, en un primer momento a grandes rasgos daré a conocer el contexto histórico en que se desenvolvieron las comunidades, luego la dinámica sociocultural de estas comunidades, la cual comprende su definición y como se desarrollaron, como tercer punto, dar una aproximación antropológica al cambio cultural acontecido en las comunidades originado por las reformas liberales, y por último, para clausurar este ensayo, de forma muy breve proporcionaré algunas conclusiones.

Contexto Histórico

“En el período colonial, Izalco fue el centro indígena cultural, demográfico y económico de Occidente”[1]

De igual manera, en El Salvador del siglo xix, una de las comunidades indígenas que más sobresalió y más destacó en aquella época, fueron las comunidades indígenas de Izalco: Asunción y Dolores. Cuya base era una relación de parentesco y afinidad, no obstante ello no los eximía de que fueran un grupo funcional heterogéneo, es decir pues, que si bien es cierto que, estaban cohesionados socialmente bajo el uso y tenencia común de la tierra, ésta volviese más adelante la manzana de la discordia.

“Después de la década de 1830, el estado reconoció dos formas

de tenencia comunal de la tierra: los ejidos municipales y las

tierras pertenecientes a corporaciones o comunidades”[2]

A través de esta cita, podemos avizorar que las tierras que habían sido adquiridas por las incipientes comunidades indígenas de la época colonial, hasta la fecha, por un lado, el estado las reconoció como tal y por otro lado, reconoce la tierra formalmente, o sea legal y jurídicamente como propiedad de éstas comunidades.

En ese sentido, si bien es cierto de que el estado reconocía la existencia de estas comunidades y a la vez respetaba la tenencia y uso de sus tierras. Considero que el estado se volvió a medida pasaba el tiempo, una espada de doble filo.

Porque tenemos que, el estado salvadoreño, cincuenta años después de reconocer las dos formas de tenencia de la tierra, volviese contra la forma tradicional del uso y la tenencia de la tierra, - característica principal de las comunidades indígenas-, puesto que mediante los decretos de 1881 y 1882, abolía así de un tajo tanto las tierras comunales como ejidales.

“La existencia de tierras bajo la propiedad de las Comunidades impide el desarrollo agrícola, estorba la circulación de la riqueza y debilita los lazos familiares y la independencia del individuo. Su existencia contraría los principios económicos y sociales que la República ha adoptado”[3]

Dinámica Sociocultural de las Comunidades

Las comunidades indígenas Asunción y Dolores de Izalco, podemos decir que son: Organizaciones Corporativas, formalmente organizadas por un grupo de personas, establecidas en un asentamiento geográfico determinado, para nuestro caso la tierra del común.

Su funcionamiento interno es de carácter jerárquico y rígido puesto que si bien, compartían la misma visión cultural, al fin de cuentas, ya que poseían como propiedades grandes extensiones de tierra, - por aquel entonces llegaban hasta lo que hoy es la Cabecera Departamental de Sonsonate--. La distribución de ésta no era de carácter democrática, ni uniforme, porque el fondo de la repartición de la tierra del común estaba reflejando la jerarquía que había internamente, asimismo quedaba intrínsecamente relacionado el prestigio que giraba en torno a la edad y al género de los miembros de estas corporaciones.

Las comunidades indígenas de Izalco, tenían su propia autoridad que era la Alcaldía del Común, cuya figura era el Alcalde del Común, él representaba a la Comunidad, en los aspectos políticos, económicos, sociales y culturales, de esta forma también se encargaba de dirimir los conflictos endógenos y exógenos, que se suscitaban entre ellos o en relación con “los otros”. Esta autoridad era paralela a la Municipalidad. Asimismo:

“Las mayordomías o cofradías se mantenían entrelazadas con los cargos de la administración pública, por lo que cumplían una función política”[4]

Es decir pues, que por parte de los indígenas de Izalco, a través de su organización corporativa, como estaban fuertemente cohesionados, tenían la capacidad de llevar a cabo el ejercicio del poder político, económico, social y cultural.

Lo cual considero que no sólo en la época colonial Izalco fue un centro indígena de mayor magnitud, sino también en los procesos socioculturales del siglo xix su participación compareció de gran trascendencia, puesto que ellos, al igual que la Comunidad Indígena de Cojutepeque y la de los Nonualcos, conformaban la milicia que defendían la soberanía nacional, además, por medio de alianzas político-sociales, colocaban en jaque a cualquier gobierno, porque ellos eran quienes ponían o quitaban a diferentes gobernantes del país. En definitiva representaban para bien o para mal, la fuerza política y militar de El Salvador del siglo xix.

Entonces las comunidades indígenas, su participación en el escenario político, social económico y cultural, fue un fenómeno de gran envergadura porque proporcionaron al país una identidad étnica local y nacional, en ese sentido, considero que fueron la piedra angular en la construcción del estado moderno salvadoreño.

“Las comunidades no sólo eran agrupaciones propietarias de tierras con personería jurídica sino que también controlaban el acceso a los sistemas de riego, apartaban tierras para la rotación de cultivos y protegían las áreas boscosas y las tierras comunes de pastoreo. Promovían las identidades étnicas y políticas a nivel local y la defensa de los intereses locales, a la vez que formaban alianzas políticas regionales o nacionales más amplias”[5]

a pesar de que las comunidades indígenas, cuya característica principal había sido ser agentes de cambio, simultáneamente también fueron copartícipes de la transformación sociocultural de El Salvador del siglo xix. Y sin embargo con las reformas liberales, se promulgó por la privatización de la tierra, cuya magnitud, propició un vertiginoso proceso de cambio cultural en las comunidades indígenas de Izalco.

“Estas reformas condujeron a una rápida y sorprendente transformación total de la estructura agraria del país… Esta transformación consideró la tierra y sus habitantes como recursos utilizables en su provecho particular”[6]

Ante eso, podemos avizorar que las reformas liberales por medio de los decretos de 1881 y 1882, obedece a una decisión completamente política y económica por parte de una minoría – la oligarquía salvadoreña – que veían a las comunidades indígenas como óbices del desarrollo nacional. En ese sentido, nos encontramos que el fin último de la burguesía agraria salvadoreña era esquilmar a las comunidades indígenas de Izalco porque eran propietarios de grandes extensiones de tierra.

“En realidad, la disputa en torno a la apropiación de los recursos naturales ha sido una constante en la historia de Izalco, que ha impregnado de un fuerte racismo a las relaciones ladino-indígena, en parte porque el municipio es rico en recursos hídricos y tierras de cultivo”[7]

Aproximación Antropológica al Cambio Cultural

Desde la antropología sociocultural, podemos avizorar que las comunidades indígenas Asunción y Dolores de Izalco, no eran comunidades homogéneas, sino más bien heterogéneas, dinámicas y cambiantes. Por una parte, no estaban definidos los linderos de las tierras, esto ocasionó un conflicto político social entre ladinos/indígenas, por otra parte había problemas internos, es decir facciones internas dentro de la comunidad, además había competencia entre diferentes comunidades.

Con la introducción del cultivo del café, y la extinción de sus tierras comunales por medio de ley, pierden cierta relativa autonomía política y económica, porque dejaron de participar en la producción del mercado. Por lo que a partir de entonces empezó el crepúsculo de éstas.

Con la privatización de la tierra, su identidad étnica sufrió una transformación sociocultural, lo que Lara Martínez denomina como “liminaridad étnica”[8], puesto que a partir de ese hecho social, algunos indígenas se ladinizaron como medida para poder optar a una parcela de tierra y en ese sentido, conseguir titulo de propiedad, porque eso les permitiría sobrevivir en el futuro incierto que les acarreó la extinción de sus tierras.

Cedió la cohesión interna, la armonía como comunidad, el estatus de representatividad y a la vez la legitimidad que como grupo de poder ostentaban, pero encumbraron valores como la desunión, la individualidad, la autonomía, el egoísmo. En términos generales, el cambio estructural sobre el uso y la tenencia de la tierra, hizo que las comunidades indígenas terminaran por desintegrarse, de esta forma las tierras y el agua que ancestralmente les pertenecía pasaron a manos de los ladinos.

Conclusiones

El cambio abrupto en su vida cotidiana, suscitó una dialéctica entre lo tradicional y lo moderno. La agricultura de subsistencia de las comunidades indígenas, representando a lo tradicional, mientras que la agricultura comercial de las comunidades ladinas, representaba lo moderno. Por lo que si bien es cierto de que las comunidades indígenas de Izalco participaban activamente en el comercio, la extinción de sus tierras comunales se debió a una decisión de carácter eminentemente política y económica, porque simplemente la burguesía agraria salvadoreña, no estaba en la disposición de socializar sus ganancias.

El Salvador por ser un país pequeño territorialmente hablando, la valoración de la tierra tenía un carácter heterogéneo, puesto que para el estado, los hacendados y los cafetaleros, a las comunidades indígenas las consideraban óbices del desarrollo de la agricultura comercial, porque el sistema tradicional del uso y tenencia de las tierras comunales, no permitía el despegue y despliegue del incipiente capitalismo salvadoreño.

En ese sentido, para que la burguesía agraria salvadoreña llevara a cabo esos objetivos, hay evidencias del abuso que hicieron del poder político, económico y social, que ejercían efectivamente los terratenientes en contra de los ejidatarios y los comuneros, irrespetando la tierras ejidales y comunales. O sea que el hecho social de una minoría se impuso represivamente y violentó la vida social, económica, política y cultural de las comunidades indígenas de Izalco.

Por último, el hecho de que las reformas liberales del siglo xix privatizaran las tierras comunales y ejidales, produjo un cambio estructural en el uso y tenencia de la tierra, por tanto, permitió el desarrollo del capitalismo agrario en El Salvador; cuyo efecto colateral fue que los indígenas perdieron su tierra, por lo que en definitiva pasaron a engrosar las largas filas del proletariado agrícola salvadoreño.

Bibliografía

Browning, David

2006 El salvador, la tierra y el hombre.

San salvador, Dirección de Publicaciones e Impresos.

CONCULTURA.

Lara Martínez, Carlos Benjamín.

2006 La población Indígena de Santo Domingo de Guzmán.

Cambio y continuidad sociocultural.

San salvador, Dirección de Publicaciones e Impresos.

CONCULTURA.

Lauria - Santiago, Aldo Antonio.

2003 Una República Agraria: los campesinos en la economía y la política de El Salvador en el siglo XIX. San Salvador, Dirección de Publicaciones e Impresos, CONCULTURA.

Lindo – Fuentes, Héctor.

2006 La Economía de El Salvador en el siglo XIX.

San Salvador, Dirección de Publicaciones e Impresos.

CONCULTURA.

Rodríguez H., América y Lara M., Carlos Benjamín.

1999 Las poblaciones indígenas de Izalco y Cacaopera, Guatemala, CIRMA.

Turner, Víctor.

1980 Entre lo uno y lo otro: el período liminar en los

<<>>, en “La Selva de los Símbolos”

Madrid, Siglo XXI Editores.



[1] Aldo Lauria, Una República Agraria, 2003, 96.

[2] Ibíd. 333.

[3] Citado en Héctor Lindo-Fuentes, La Economía de El Salvador en el siglo XIX, 2006, 218.

[4] América Rodríguez y Carlos Lara Martínez, las poblaciones indígenas de Izalco y Cacaopera, 1999, 17.

[5] Aldo Lauria, Una República Agraria, 2003, 333.

[6] David Browning, El Salvador, la tierra y el hombre, 2006, 287.

[7] América Rodríguez y Carlos Lara Martínez, las poblaciones indígenas de Izalco y Cacaopera, 1999, 5-6.

[8] Liminaridad: de limen, lo que está entre lo uno y lo otro, en este caso lo que está entre una etnia y otra. Para mayor comprensión véase el concepto de liminaridad en: Víctor Turner entre lo uno y lo otro: el período liminar en los <>, 1980.

1 comentario:

  1. Hola! antes que nada felicitarte por la presentación de esta entrada, el análisis y la ubicación de fuentes, me dicen que llevas rato investigando. Estaba buscando algunos datos de Izalco, y me he encontrado con tu blog, así que ahora quiero pedirte autorización, para utilizar tus comentarios en la redacción de mi propio documento, el cual debería ser un anteproyecto para el Plan de Conservación del Patrimonio de la ciudad izalqueña, todo sea en honor a la propiedad intelectual :D

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