martes, 29 de junio de 2010

Existe una familia

Universidad de El Salvador
Facultad de Ciencias y Humanidades
Licenciatura en Antropología Sociocultural
Antropología del Parentesco
Msc. Susana Salazar
Estanislao Enrique López. tanisbun@yahoo.es; estanislao.tanisbun@gmail.com

Existe una familia
Este ensayo hecho por tres autoras, está dividido en tres secciones. La primera parte examina el significado de “La Familia” en las ciencias sociales a través del trabajo etnográfico del antropólogo polaco Bronislaw Malinowski quien de acuerdo a las autoras persuadió a los científicos sociales de que La Familia era una institución humanamente universal. La segunda sección toma el trabajo de los científicos sociales y pensadores del siglo XIX a quienes Malinowski refutó, esto porque ellas pretenden mostrar que Malinowski se equivocó al plantear a la Familia como una institución humanamente universal, por lo que resulta importante explorar el trabajo de los pensadores que no cometieron estos mismos errores. Por último incursionan en las reflexiones “correctas” de los teóricos decimonónicos para mostrar algunas incompatibilidades que puede tener La Familia, no como una institución concreta diseñada para satisfacer necesidades humanas universales sino más bien, como una construcción ideológica asociada a la edificación del Estado moderno como tal.
En la primera parte de este ensayo ellas indican que durante el siglo XIX –antes que Malinowski propusiera su concepto de familia- el debate en auge sobre todo con algunos exponentes de la evolución social impugnaban que los primitivos eran incapaces de tener familia porque al ser sexualmente promiscuos los niños no podían reconocer a su padre, pero para 1913 Malinowski publica su libro “The Family among the Australian Aborigines” y el anterior debate acerca de si todas las sociedades tenían o no familias quedó sepultado.
Es ese sentido, para las autoras Malinowski más que haber agregado datos a una de las tendencias, la obra antropológica terminó con el altercado sobre la universalidad de La Familia. En esta obra Malinowski diferencia entre acto sexual y relaciones maritales, apartó el comportamiento sexual de las cuestiones de La Familia, volviendo la evidencia de la promiscuidad sexual un hecho irrelevante para decidir acerca de la universalidad de La Familia. También arguyó que las relaciones maritales, por lo tanto La Familia, debían ser universales ya que satisfacían una necesidad humanamente universal.
Malinowski en su investigación de demostrar la existencia de familias entre los aborígenes australianos describió tres características de las familias que pretendía derivaban de la función universal de La Familia de “crianza” de los niños. En primer lugar expuso que las familias debían tener fronteras claras. En segundo lugar propuso que las familias debían tener un lugar donde los miembros pudieran estar juntos y llevar a cabo las tareas que se asociaban al cuidado y la crianza de los niños, y finalmente definió que los miembros de La Familia sentían afecto los unos por los otros.
Para estas tres autoras el libro de Malinowski sobre los aborígenes australianos dio a los científicos sociales un concepto de familia que consistía en una función universal, la “crianza” de los niños. De acuerdo a lo que ellas despliegan este concepto estaba montado en, a saber:
1) un conjunto definido de personas que se reconocían entre ellas y se distinguían de otros conjuntos similares;
2) un espacio físico definido, un fuego y un hogar;
3) un conjunto particular de emociones, cariño familiar.
Esta noción de La Familia como una institución para la “crianza” de los niños como lo señalan las ensayistas posiblemente ha sido perenne porque el cuidado de los niños considera ser la función principal de La Familia en las modernas sociedades industriales.
La segunda parte de este ensayo como lo mencioné anteriormente toma a los científicos sociales como protagonistas, pero esta vez toma el trabajo de los pensadores del siglo XIX a quienes Malinowski refutó. El anhelo de las autoras es mostrar, que Malinowski se equivocó al plantear a la Familia como institución humanamente universal. Para las autoras el concepto de familia que construyó Malinowski después de una reconsideración de la evidencia etnográfica disponible sugiere que es más problemática de lo que un ingenuo observador podría pensar. Para ellas si lo que queremos es entender mejor la naturaleza de “La Familia” en el presente, se hace necesario explorar dos cuestiones importantes: la primera de ellas es por qué tantos pensadores sociales continúan creyendo en La Familia, como una institución universal; y la segunda consiste en explorar si la tradición antropológica nos ofrece alguna alternativa a la visión “natural y necesaria” de las familias. Para ellas solo examinando ambas cuestiones y a profundidad, seremos capaces de sugerir “nuevas perspectivas antropológicas” para La Familia en el presente.
el argumento medular de esta segunda parte, es que si bien la mayoría de los científicos sociales modernos heredaron los prejuicios victorianos que tienden hacia una perspectiva que unifica a la mujer y La Familia como un conjunto aparentemente inalterable de necesidades biológicamente dadas, ha fracasado en considerar una pequeña área en la cual los evolucionistas victorianos no se equivocaron, y es que ellos entendieron que las familias -como las religiones, las economías, los gobiernos o las leyes-, no son inmodificables sino el producto de variadas formas sociales, y que las relaciones entre los esposos y entre los padres y sus pequeños hijos pueden ser de diferentes maneras en los diferentes ordenes sociales; si bien los escritores del siglo XIX se formaron una concepción totalmente errónea de la sociedad primitiva, estaban en lo correcto al insistir en que La Familia, en su sentido moderno - una unidad biológica y legalmente definida, asociada a la propiedad, la autosuficiencia, con el afecto y el espacio “dentro” del hogar- es algo que surge no en las cuevas de la Edad de Piedra sino en las formas sociales del complejo gobierno del Estado.
En otras palabras, lo que los antropólogos victorianos inspeccionaron es que la vida social humana ha variado en su forma “moral” - “cultural” o “ideológica”- y que hacer familias es algo más que hacer bebes. Ellos comprendieron que las familias no existen en todas partes, es una unidad moral e ideológica que no aparece universalmente sino en órdenes sociales particulares.
Por último ellas incursiona en las reflexiones correctas –según sus palabras- de los teóricos decimonónicos para mostrar algunas antagonismos que puede tener el hecho de entender La Familia, no como una institución concreta diseñada para satisfacer necesidades humanas universales, sino más bien como una construcción ideológica asociada al Estado moderno.
En fin lo que ellas expresan al final de este ensayo es la comprensión que La Familia no como una “cosa” concreta que satisface “necesidades” concretas, sino más bien una construcción ideológica con implicaciones morales, puede hacer posible un análisis más refinado del cambio histórico en La Familia americana y occidental, que el que se ha heredado de los funcionalistas; en ellos la Familia y sus miembros constitutivos se “adaptan” para satisfacer requerimientos funcionales creados por la industrialización de la producción. Para estas autoras una vez que comencemos a ver a La Familia como una unidad ideológica, y le prestemos el mismo respeto que a cualquier precepto moral, lograremos empezar a develar el más complejo proceso dialéctico a través del cual las relaciones familiares y La Familia como tal, se transformaron mutuamente, y se podrá examinar la forma en que las personas y las instituciones estatales actuaron, y no sólo reaccionaron, asignando a grupos de parentesco ciertas funciones de las que se los responsabilizo legalmente.

Bibliografía
Collier, Jane, Michelle Z. Rosaldo, Sylvia Yanagisako.
1997 ¿Existe una familia? Nuevas perspectivas en antropología.

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