lunes, 28 de junio de 2010

La familia

Universidad de El Salvador
Facultad de Ciencias y Humanidades
Licenciatura en Antropología Sociocultural
Antropología del Parentesco
Msc. Susana Salazar
Estanislao Enrique López. tanisbun@yahoo.es; estanislao.tanisbun@gmail.com

La familia
El autor nos inserta, por medio de su texto, en el debate donde la familia conforma un ámbito en los conflictos entre tradición y modernidad, especialmente en Occidente. Realiza una serie de características de lo que era la familia tradicional, a saber:
I. La familia tradicional era una unidad económica, donde la producción agrícola implicaba habitualmente a todo el grupo familiar y entre las clases acomodadas y la aristocracia, la transmisión de la propiedad era la base principal del matrimonio. La desigualdad entre hombres y mujeres era intrínseca a la familia tradicional. Por ejemplo, en Europa las mujeres eran propiedad de sus maridos o padres vasallos. La desigualdad entre hombres y mujeres se extendía, por supuesto, hasta la vida sexual.
II. En la familia tradicional no sólo eran las mujeres las que no tenían derechos, también los niños. En periodos pre-modernos no se les reconocía como individuos.
No obstante, excepto en ciertos grupos elegantes o de élite, la sexualidad en la familia tradicional estaba dominada por la reproducción. Era una cuestión de tradición y naturaleza fusionadamente. Es decir que para la mayoría de las mujeres la sexualidad estaba vinculada estrictamente al parto.
De esta manera, la sexualidad estaba dominada por la idea de la virtud femenina. Ello implicaba una visión dual de la sexualidad femenina una división entre la mujer virtuosa y la libertina. Donde las virtuosas, en el sentido que es sumiso, por tanto son aceptadas, empero las libertinas son rechazadas.
III. Pero, las actitudes hacia la homosexualidad también estaban regidas por una mezcla de tradición y cultura. Verbi gracia, las sociedades que han sido hostiles a la homosexualidad le han condenado normalmente por considerarla intrínsecamente antinatural.
El autor defiende que la familia tradicional fue una fase tardíamente transitoria en el desarrollo familiar durante la década de los años cincuenta. Época donde las mujeres con empleo eran todavía relativamente baja y era dificultoso, principalmente para ellas, obtener el divorcio sin estigma. La familia había dejado de ser una entidad económica, y la idea del amor romántico como base del matrimonio había sido reemplazada por el matrimonio como contrato económico. Desde entonces la familia ha cambiado.
Sin embargo, gran parte de la vida familiar se ha transformado socialmente por el desarrollo de la pareja.. En la familia tradicional la pareja casada era sólo una parte, y con frecuencia no la principal, del sistema familiar social. Hoy la pareja, casada o no, está en el núcleo de la familia. La pareja vino al centro de la vida familiar al menguar el papel económico de la familia y convertirse el amor más la atracción sexual, en la base fundamental de los lazos matrimoniales.
Una vez constituida una pareja, ésta posee su propia y exclusiva historia. Es una unidad basada en la comunicación emocional o intimidad. La comunicación es, en primer lugar, la forma de establecer el vínculo y además, el motivo principal de su perseverancia. Propone el autor que habrá que reconocer la gran transición que supone esto. Emparejarse y desemparejarse son ahora una mejor descripción de la situación de la vida personal que el matrimonio y la familia. Es más significativo para nosotros el hecho de la siguiente pregunta "¿tienes una relación?" que"¿estás casado?".
En ese sentido podríamos decir que en la familia tradicional el matrimonio era un estado de la naturaleza, tanto para hombres como para mujeres estaba definido como una etapa de la vida que la gran mayoría de personas tenían que pasar. Mientras que estadísticamente el matrimonio todavía es la condición normal para que la mayoría de la gente, su significado ha cambiado totalmente. El matrimonio significa que una pareja está en una relación estable y puede, en efecto, promover esa estabilidad, pues hace una declaración pública de compromiso. Pero, el matrimonio ya no es el principal elemento definitorio de la pareja.
Ahora bien, resulta de que hay tres áreas principales en las que la comunicación emocional, y por tanto, la intimidad, están reemplazando los viejos lazos que solían unir a las vidas privadas de la gente -las relaciones sexuales y amorosas, las relaciones padre-hijo y la amistad. Por lo que el autor, utiliza la idea de la “relación pura”. Es decir, una relación basada en la comunicación emocional, en la que las recompensas derivadas de la misma son la base primordial para que ésta misma continúe. Si bien es cierto, ello es una idea abstracta, puede coadyuvar a entender los cambios que se están produciendo en el mundo.
La relación pura tiene dinámicas bastante diferentes de los tipos más tradicionales de vínculos sociales. Ésta depende de procesos de confianza activa -abrirse al otro-. Mostrarse es la condición básica de la intimidad. La relación pura es implícitamente democrática. Entiende el autor que una buena relación es un ideal. Ésta está regida por igualdades, en la que cada parte tiene los mismos derechos y obligaciones, en la que cada persona tiene respeto y quiere lo mejor para el otro. La relación pura se basa en la comunicación, de manera que entender el punto de vista de la otra persona es esencial. Hablar, o dialogar, es la base para que la relación funcione. Por lo tanto, una buena relación está libre de poder arbitrario, coerción o violencia. De igual manera, el autor realiza una comparación de las cualidades que se han venido mencionando, las cuales se acomodan a los valores de la política democrática. Donde en una democracia todos son, en principio, iguales, con derechos y responsabilidades como principio, teniendo el respeto mutuo.
En tanto que, cuando se aplican estos principios como ideales a las relaciones, hay una eclosión de una democracia de las emociones en la vida diaria. La eclosión de una democracia de las emociones no implica falta de disciplina o ausencia de respeto. Persigue, sencillamente, darles una nueva dimensión. Una democracia de las emociones no haría distinciones, por principio, entre relaciones heterosexuales y homosexuales. Los gay, más que los heterosexuales, han sido pioneros en el descubrimiento del nuevo mundo de las relaciones y en explorar sus posibilidades. Han tenido que serlo, porque cuando la homosexualidad salió del armario los gay no podían depender de los apoyos corrientes del matrimonio tradicional.
Por lo tanto, hablar de fomentar una democracia emocional no implica debilidad respecto a los deberes familiares, ni sobre las políticas públicas hacia la familia. Democracia significa aceptación de obligaciones, además de derechos protegidos en la ley. Para concluir el autor se pregunta: ¿Qué pasa con las zonas donde la familia tradicional permanece casi intacta? ¿Se volverán los cambios observados en Occidente más y más globales? Su respuesta es afirmativa y de hecho ya mismo según él se están produciendo.


Bibliografía
2003 Giddens, Anthony
La Familia, en Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización en
Nuestras vidas, pp. 65-79, México, Editorial Taurus.

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